lunes, 23 de abril de 2007

Cuando no es sólo papel lo que arde en un libro

Podríamos encuadrar Fahrenheit 451 en un libro más de ciencia ficción, de proyecciones futuras amargas y trágicas a la vez, pero al reconocernos en estas circunstancias socialmente se genera una suerte de catarsis, una autocrítica que nos lleva a odiarnos y odiar el orden establecido. En el libro se nos presenta, al estilo de 1984 o Un mundo feliz, una sociedad futura donde la memoria ha perdido el recuerdo y sólo se vive el momento, influidos por la necesidad que tiene el hombre de encontrar la felicidad a cualquier precio.

Este libro presenta una dosis de pesimismo mayor producida en el lector, en contra del carácter esperanzador que tiene la obra. Pesimismo porque la degradación de la sociedad no ha venido motivada por ningún golpe de Estado, por ningún tipo de control gubernamental excesivo, sino que la propia sociedad en su fuero interno (donde es evidente que también influye el Estado, ya que no podemos eximirlo de culpa) ha ido gestando y componiendo su propia crisis, dejándose llevar por el automatismo y la falta de pensamiento crítico. Cuando el autor analiza el componente audiovisual y el papel que juega la televisión no podemos más que fijarnos en nosotros mismos; cuando refiere que toda la quema de libros en que se basa la obra, mera figuración de la pérdida del pensamiento, no podemos más que descubrirnos en el sentido de que los libros se han ido perdiendo conforme la sociedad ha dejado de interesarse en ellos. Es curioso que un escritor nacido en los años 20 pueda reflejar tan vivamente la sociedad tecnológica actual, la pérdida paulatina de cualquier tipo de valor. La educación visual de los niños, en la que los padres se limitan a situarlos enfrente de una gran pantalla que hace las veces de educadora.

Carece de la sistematicidad de la obra de Orwell, donde quedan descritos muchos más aspectos y explicado con exactitud todo el proceso de pérdida humanitaria y como va conformándose el poder y logrando sustentarse a sí mismo. En esta obra no se hacen referencias a la cúpula política ni administrativa, todo parece surgido de una suerte de anarquía colectiva que tiene a los medios de comunicación y la publicidad como gestores.

En la época en que fue escrito podemos decir que fue el máximo esplendor de la masa y, a la vez, donde surgió la crítica más férrea a ésta desde todos los ámbitos. Hoy en día ese carácter parece haberse perdido, ya que la fragmentación social ha hecho más especializadas las comunicaciones y ya no hablamos de masa sino de grupos sociales. Pero para que engañarnos, hemos pasado de una Masa en mayúsculas para una masa de grupos sociales, o casi podríamos decir una masa como grupo social que se muestra diferenciado y omnipresente respecto al resto de grepúsculos. Únicamente cabe aguzar el oído y escuchar a nuestro alrededor como las conversaciones se repiten, los comportamientos se repiten y el ocio y la creencia de que la felicidad es la ausencia de preocupaciones reina por doquier. Un futuro nada augurador, puesto que sí bien es cierto que en el libro de Bradbury al final se ve una luz que no es la de la hoguera que arrasa, esta ha venido después de siglos de una historia vendida al mejor postor, al mejor anunciante.

domingo, 22 de abril de 2007

La vida es sueño, o viceversa

Tengo una noticia, a la medida tanto de soñadores como de escépticos, que aunque no es de hoy, es suficientemente curiosa para que la leais.

Sobre todo para aquellos que mantengais que soñar es para los que tienen tiempo para permitirse perderlo, os cuento que un hombre, británico para más señas, ha encontrado esposa después de soñar con su número de teléfono.

Podéis verlo aquí, aquí y aquí.

No volvais a creer que los sueños son en vano... :p

miércoles, 11 de abril de 2007

Tenía una pregunta para usted señor presidente

Lo prometido es deuda. Me ha costado muuucho (porque no sabía usarlo, la verdad), pero lo he logrado: he podido subir un trozo del programa "tengo una pregunta para usted", en la que el presidente del gobierno fue el protagonista.

En concreto, el trozo en el que Zapatero habla de la Guerra de Irak y la Monarquía, ya en el final del programa. No, no está la pregunta del café a 80 céntimos, pero si la quereis os la recito, porque la he oído hasta la saciedad.


Como los reproductores externos de Goear siguen sin funcionar, no puedo ponerlo en el blog, pero podeis escucharlo aquí (o entrar en Goear y buscar ZP)


P.D.: El sonido deja mucho que desear. Ahora que sé como funciona, prometo que la próxima vez se escuchará mejor, y mucho antes.


Y de regalo un vídeo de la versión "Tengo una pregunta para usted" de Buenafuente:

sábado, 31 de marzo de 2007

un mundo implacable

Una vez más desgraciadamente la ficción ha superado la realidad. La visionaria película Network, un mundo implacable, retrataba la figura de un presentador de televisión que tras ser despedido, por culpa de los índices de audiencia, anuncia que se va a suicidar en directo. A partir del desesperado y trágico anuncio, la audiencia sube hasta cuotas insospechadas. Los productores y jefazos de la cadena gracias al buen momento que están viviendo, dejan al presentador que siga con su disparatado plan. Pero cuando el presentador deja de ser rentable, por cansar a la audiencia con sus contínuas locuras, los directivos planean asesinarlo para publicitar otro programa.Tristemente, aún no hemos llegado a esos extremos tan apocalípticos pero nos acercamos.

viernes, 30 de marzo de 2007

¿En qué se parecen Shakespeare y Tarantino?




¿En qué se parecen Tarantino y Shakespeare? Pues muy fácil ¡Pudieron ser la misma persona!

Si, yo también me quedé a cuadros.

Creía haberlo escuchado todo, cuando de repente descubro que "Tarantino cree que es la reencarnación de Shakespeare". Podría haber pensado mil cosas de Tarantino, sobre él, o sobre sus películas, pero nunca lo hubiese relacionado con Shakespeare, la verdad. Desde que leí la noticia, intento verles algún tipo de parecido... pero no se lo encuentro. No en ellos, ni en su obra, por mucho que se empeñen.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Ojalá que llueva café


Anunciada a bombo y platillo hasta la saciedad por TV1, el programa "Tengo una pregunta para usted" tenía todos los requisitos mínimos para que la noche del martes 27 de Marzo se convirtiera en histórica. Pero por desgracia no ha sido así. De las 100 preguntas que se tenían previstas realizar, solamente se ha podido atender a la de 38 invitados. Entre todas ellas han destacado sobre todo las cuestiones relacionadas con el terrorismo, (el caso De Juana y Otegui) la economía, la violencia de género o el tema siempre preocupante de la inmigración. Zapatero ha contestado a todas ellas (aunque la mayoría de las veces se ha ido por las ramas) enarbolando la bandera de lo políticamente correcto (cosas del talante) que muchas veces se confunde con la autopropaganda pre-electoral.

El momento más destacado de la noche, y el que seguramente muchos medios se regocijarán mañana, fue la conversación entre un ciudadano y el presidente:

Ciudadano: ¿Cuánto cuesta un café?

Ciudadano: Eso sería en los tiempos del abuelo Pachi.

¿Para que luego digan que la política no está alejada de la calle?. ¿Cual fue el último café que se pagó el presidente?.

Ahora en Abril le toca pasar este interrogatorio al líder de la oposición, por mucho que le pese, Mariano Rajoy. Esperemos que sea un poco más conciso y efectivo que Zapatero a la hora de contestar las cuestiones que realmente preocupan a los ciudadanos. Pero seguramente él se conformará con no repetir el mal trago subliminal que le hizo pasar la cadena pública el año pasado.



sábado, 24 de marzo de 2007

Situación política

Este fragmento, que he extraído de un artículo del ABC, habla por sí solo. ¿Alguien se atreve a apostar quién es su autor? Pues sí, el de la foto, ni más ni menos que Felipe González, expresidente del gobierno. Lo ha dicho en Méjico, durante una intervención en la Convención Nacional Bancaria. También ha dicho que vivimos un "clima prebélico". Y la cosa sigue:


"En un país que va razonablemente
bien, el clima político se hace irrespirable cada día", ha apuntado González .
"Parece que estamos en un debate político prebélico", ha afirmado, y ha
asegurado que "a veces para hacer una guerra se pueden emplear buenos
argumentos, pero en España sólo se emplean descalificaciones
".

Más artículos relacionados en:

domingo, 18 de marzo de 2007

La utopía de Tomás Moro marcó la pauta, con perdón de la República platónica, para una literatura que tenía como fundamento elucubrar o imaginar lugares, más o menos fantásticos, que desarrollaban formas de gobierno y sistemas aparentemente perfectos, principalmente como consecuencia de una visión crítica de la sociedad imperante. Moro, conocedor en profundidad de la lengua griega, acuña un término que hace referencia a ningún lugar (u-, -topos), llamando Utopía a su más conocida obra.

La utopía que Moro describe es una isla situada en algún lugar y que presenta una sociedad perfectamente configurada en apariencia. Evidentemente no podemos juzgar la obra bajo una mirada contemporánea porque utopía (como lugar, no como obra), a pesar de ser un país igualitario y sin diferencias de clases, los papeles del hombre y la mujer siguen funcionando en los viejos roles patriarcales y la religión sigue marcando la vida de sus habitantes. No obstante, sí que presenta métodos democráticos que no se corresponden en la realidad por la práctica autoritaria de los reyes y gobiernos. No es desconocido que toda forma de utopía nace como negación al sistema establecido y como propuesta de cambio.

Hoy en día muchos ante la palabra utopía dirigirán la mirada hacia el comunismo, o en sentido inverso asociarán el adjetivo de utópico a dicho sistema, por eso tal vez la curiosidad hacia este tipo de literatura y de pensamiento. Si bien es cierto que podemos encontrar similitudes en la concepción comunista y la utopía en sí tal como hoy la conocemos, no debemos obviar